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El Mundial de Fútbol no es pretexto para olvidar la difícil situación en Siria

Los líderes globales no deberían asistir a la ceremonia de apertura si no se abordan los abusos que sufre el pueblo sirio

(Beirut) – Los líderes globales no deberían asistir a la ceremonia de apertura del Mundial de Fútbol en Moscú el 14 de junio de 2018, salvo que el Kremlin adopte medidas significativas para proteger de ataques químicos y convencionales a los más de dos millones de civiles que se encuentran en riesgo en las gobernaciones sirias de Idlib y Daraa, dijo hoy Human Rights Watch. Rusia, sede del Mundial de Fútbol de la FIFA 2018, está proporcionando armas, apoyo militar y cobertura diplomática al gobierno sirio a pesar de evidencias de que las fuerzas sirias han atacado deliberada e indiscriminadamente a civiles desde 2013.

“Al organizar uno de los eventos más televisados del mundo, Rusia está apelando a la opinión pública mundial y buscando respeto”, dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. “Los líderes globales deberían advertirle al presidente Putin que, a menos que cambie de rumbo y tome medidas para poner fin a las atrocidades cometidas en Siria por fuerzas rusas y sirias, no lo acompañarán en la zona VIP durante la apertura del mundial”.

El gobierno ruso provee el principal respaldo militar al gobierno sirio. Desde septiembre de 2015, Rusia ha participado militarmente en el conflicto junto a las fuerzas del gobierno sirio. Rusia es el principal proveedor de armas de Siria y está llevando a cabo ataques conjuntos con la fuerza aérea siria sobre áreas controladas por grupos antigubernamentales, incluso desde su base aérea de Hmeimim en el noroeste de Latakia.

Como parte de una alianza militar conjunta, Rusia comparte la responsabilidad tanto por las violaciones de derecho internacional humanitario cometidas directamente por sus fuerzas como por aquellas cometidas por su aliado. Las operaciones conjuntas ruso-sirias han causado miles de víctimas civiles en las zonas rurales de Damasco y la ciudad de Alepo, en Guta Oriental. Human Rights Watch ha documentado ataques aéreos de Rusia y Siria que no distinguieron entre combatientes y civiles e impactaron en blancos civiles, tales como escuelas, hospitales y zonas residenciales. En la batalla por recuperar el control de Alepo a fines de 2016, la campaña de bombardeos aéreos cometidos por la alianza militar ruso-siria a lo largo de un mes fue temerariamente indiscriminada e incluyó ataques que constituyen crímenes de guerra. Las operaciones militares conjuntas sirio-rusas han utilizado ampliamente municiones en racimo prohibidas internacionalmente, en la mayoría de los casos soviéticas, así como armas incendiarias lanzadas desde el aire, que están prohibidas en zonas civiles porque causan quemaduras terriblemente dolorosas y difíciles de tratar y provocan incendios que destruyen objetivos civiles e infraestructuras.

Rusia también continúa proporcionando armamento al gobierno sirio a pesar de la clara evidencia de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos por las fuerzas estatales. Entre 2015 y 2017, Rusia representó el 79 por ciento de las exportaciones de armas a Siria, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). Esto incluye la entrega de 40 tanques T-90A a Siria a fines de 2017. Rusia debería dejar de apoyar al gobierno sirio a través del suministro de armas mientras Siria siga cometiendo crímenes de guerra, señaló Human Rights Watch.

La ceremonia inaugural del Mundial de Fútbol en Moscú, que pretende ser una celebración del poder unificador del deporte y los valores universales del juego limpio, tendrá lugar en un contexto de violaciones graves y persistentes de los derechos humanos en Siria, donde la vida de los civiles sigue estando en riesgo y bajo amenaza de ataques aéreos indiscriminados, uso de armas prohibidas y restricciones a la ayuda humanitaria y al acceso de actores humanitarios. Con la reciente recuperación de territorio por parte del gobierno sirio en Guta Oriental, el sur de Damasco y la gobernación de Homs, y una creciente ofensiva para retomar la gobernación de Daraa, el gobierno y las fuerzas aliadas probablemente consideren a la gobernación de Idlib su siguiente objetivo.

A día de hoy, Idlib es el área más grande en poder de las fuerzas antigubernamentales. Se estima que dos millones de civiles residen allí, la mitad de los cuales son desplazados de otras partes de Siria. Estos civiles están atrapados porque Turquía, en la práctica, ha cerrado su frontera a nuevos refugiados.

El Mundial de Fútbol de la FIFA es el principal campeonato mundial de fútbol. Se espera que miles de millones de fanáticos sigan a 32 equipos de países y sus partidos que se jugarán en estadios en 11 ciudades rusas.

“Los líderes autocráticos a menudo buscan organizar eventos deportivos populares como una forma de presentar una imagen positiva al resto del mundo”, dijo Roth. “Los líderes globales no deberían permitir que un evento deportivo ignore un patrón de atrocidades en Siria que afecta a dos millones de civiles. Este no es momento para participar en ceremonias que sirven principalmente para intentar darle legitimidad a su anfitrión mientras las fuerzas rusas están contribuyendo a que se cometan ataques contra civiles, en lugar de prevenirlos”.

Además del apoyo en Siria, Rusia continúa brindando cobertura política y diplomática al gobierno sirio. Hasta abril de 2018, Rusia había utilizado su veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 12 veces para proteger al gobierno sirio. Recientemente, lo hizo para bloquear la condena e investigación sobre un ataque con armas químicas en Douma, una ciudad en los suburbios de Damasco.

“Hubo un momento en que el gobierno de Putin parecía decidido a frenar algunos de los abusos más atroces de su aliado sirio, como el uso de armas químicas que ha acabado con la vida de miles de civiles mientras dormían”, dijo Roth. “Por desgracia, últimamente el Kremlin se ha convertido en un defensor y partícipe activo en los abusos del gobierno sirio y no ha escatimado esfuerzos para bloquear que los responsables rindan cuentas por estos crímenes de guerra”.

En noviembre de 2017, Rusia vetó varias resoluciones que habrían extendido la duración de un panel conjunto de Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (conocido como el Mecanismo de Investigación Conjunta, o JIM) encargado de identificar a los responsables de investigar quién está usando armas químicas en Siria. También ha utilizado, junto con China, su veto para evitar que se remita la situación en Siria a la Corte Penal Internacional.

Como su principal protector y más influyente simpatizante, Rusia tiene una influencia considerable sobre el gobierno sirio. Rusia debería utilizar ese poder para presionar al gobierno sirio para que ponga fin a los ataques indiscriminados contra los civiles, incluido el uso de armas prohibidas como municiones incendiarias químicas, en racimo y lanzadas desde el aire. Rusia también debería presionar para que Siria levante la restricción ilegal a la entrega de asistencia humanitaria, acepte la presencia de observadores internacionales y les brinde acceso a las zonas afectadas, y libere a los presos políticos.

“La imagen de una superpotencia segura y moderna que el Kremlin está tratando de proyectar al organizar el Mundial de Fútbol es incompatible con los crímenes que Rusia está respaldando en Siria”, aseguró Roth. “Nadie debería permitir que las relaciones públicas deportivas oculten los abusos sufridos por los sirios, cometidos por su propio gobierno con apoyo de su aliado ruso. Sólo rectificando su postura ante estas atroces violaciones, Rusia puede garantizar que la ceremonia de apertura del Mundial de Fútbol sea una celebración que amerite la presencia de otros líderes globales”.

 

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