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Por qué el presidente Obama debería indultar a Edward Snowden ahora

Firma la petición para que se permita el regreso del informante a EE.UU.

Human Rights Watch se une hoy a la Unión Americana de Libertades Civiles y a Amnistía Internacional en el lanzamiento de una campaña pública que urge al presidente Obama a indultar al informante Edward Snowden.

A supporter of Edward Snowden holds a combination photo featuring U.S. President Barack Obama and Edward Snowden, during a news conference in Hong Kong on June 14, 2013.

Urge President Obama to pardon Snowden in recognition of his service to his country and allow him to return home with dignity!

Sign the petition

Han pasado más de tres años desde que Snowden, entonces un ex contratista de 29 años de la Agencia Nacional de Seguridad, anunció que era la fuente de sorprendentes revelaciones sobre un programa de vigilancia de masas del gobierno de EE.UU. y sus aliados. En aquel momento, lo que únicamente conocían las personas con acceso a información privilegiada de inteligencia escandalizó tanto a legisladores como al público estadounidense y del resto del mundo. También provocó el replanteamiento más profundo en décadas de las leyes y las políticas de inteligencia de EE.UU. Los periodistas a los que Snowden confió las revelaciones ganaron el Premio Pulitzer 2014; las empresas, perjudicadas por las revelaciones que las implicaban – a sabiendas o sin saberlo – en abusos de privacidad en masa, lanzaron productos y plataformas más seguras; y Naciones Unidas abordó la protección de la privacidad digital. A día de hoy, el debate sobre el papel que la vigilancia juega en la sociedad democrática sigue siendo peliagudo.

A pesar de que algunos funcionarios del gobierno afirmaron que se había infringido un daño irreversible a la seguridad nacional estadounidense, pocas pruebas de ello se han hecho públicas. Snowden confió la revelación de información a experimentados periodistas y les hizo prometer que informarían al gobierno y evaluarían cualquier perjuicio a la seguridad nacional antes de publicar la información. Al asumir el liderazgo de la NSA un año después de las revelaciones, el almirante Michael Rogers dijo al New York Times que no podía afirmar “se está cayendo el cielo”. Incluso el fiscal general Eric Holder, que seguía abogando por el enjuiciamiento de Snowden cuando se disponía a dejar el cargo, admitió que llevó a cabo “un servicio público”.

Pero la Ley de Espionaje de 1917, bajo la cual se ha imputado a Snowden, no tiene en cuenta si la filtración de información se ha llevado a cabo en el interés público ni cuáles son las motivaciones del informante. Lo único que importa es si las fugas de información fueron compartidas con alguien no autorizado a recibirlas, independientemente de si esa persona es un enemigo extranjero o un reconocido periodista. Cuando Daniel Ellsberg fue juzgado en virtud de esta anticuada ley por filtrar los Papeles del Pentágono al New York Times, un juez impidió que Ellsberg respondiera a la pregunta de por qué lo hizo. Asegurar que Snowden puede explicar sus acciones en los tribunales es simplemente un error, porque bajo esta ley eso es imposible.

Los informantes, especialmente aquellos que ponen en evidencia irregularidades en los rincones más oscuros del gobierno, deben tener otras opciones además de una larga pena de cárcel o el exilio. Y la reforma del disfuncional aparato para los informantes de inteligencia es más urgente que nunca. Debería comenzar con un indulto para Edward Snowden. EE.UU., y todos los países en general, necesitamos a personas como él para que trabajen por nuestros derechos, nuestra privacidad y, sobre todo, nuestra seguridad.

Le instamos a que lea nuestra carta, añada su nombre y haga correr la voz. 

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