Skip to main content

Para mí, todo comenzó con un par de calzoncillos.

Los calzoncillos de color azul oscuro estaban colgados junto a un par de pantalones de camuflaje en un tendedero de ropa que atravesaba el patio de una escuela en el pueblo de Kasma, en India. Fue lo primero que vi al entrar en la escuela, pero a medida que avancé hacia el patio, noté que había otras cosas que parecían fuera de lugar: botellas de cerveza vacías junto al balancín del patio de recreo, una botella de whisky medio vacía en la ventana de un salón de clases.

El director de la escuela, Agha Noor Ali – un hombre alto con gafas gruesas – se sentó conmigo en su despacho y me explicó que, desde hacía cuatro años, una pequeña fuerza paramilitar del gobierno se había instalado en dos de las 15 aulas de la escuela. Los soldados dormían en los salones de clase y pasaban el tiempo en la escuela cuando no realizaban operaciones de contrainsurgencia contra un grupo guerrillero activo en los alrededores.

La escuela Kasma Middle School se encuentra en una zona rural donde Ali ya pasaba apuros para evitar que sus estudiantes abandonasen los estudios. Los niños dejaban de ir a la escuela para trabajar y ayudar a sus empobrecidas familias. Las niñas se iban porque se casaban muy jóvenes. En respuesta, el gobierno había concedido dinero a la escuela para 200 becas, con el objetivo de animar a las niñas a retomar los estudios.

Pero los padres no estaban dispuestos a permitir que sus hijas adolescentes regresasen, a pesar de la asistencia financiera, porque temían que los 10 hombres armados dentro de la escuela pudieran acosar sexualmente a sus hijas, o que sucediera algo incluso peor.

Ahí todo quedó claro, era un gobierno que con un brazo trataba de hacer todo lo posible para conseguir que los niños fuesen a la escuela, mientras que con el otro brazo, el mismo gobierno saboteaba esos esfuerzos.

En todo el mundo, las escuelas son atacadas por grupos que quieren poner fin a la educación o porque son blancos fáciles para los grupos que tratan de socavar el gobierno. Los ataques contra estudiantes por parte de los talibanes en Afganistán y Pakistán, Boko Haram en Nigeria y al-Shabab en Somalia son sólo los ejemplos más destacados.

Pero las escuelas también están en peligro cuando se convierten en bases y cuarteles militares, centros de detención e interrogatorio y escondites para armas y municiones, como ha ocurrido en las últimas décadas en al menos 38 países que están en guerra. Una fuerza armada dentro de una escuela convierte al centro en un blanco para el ataque enemigo. Las escuelas sufren daños o son destruidas. En los casos más graves, estudiantes y maestros han resultado heridos y muertos.

Pero incluso cuando la escuela no es un blanco de violencia, la presencia de tropas socava la educación. En India, después de impugnaciones judiciales y la intervención de activistas, el gobierno declaró su intención de dejar de utilizar las escuelas como cuarteles. A lo largo de los años, desde ese día que visité Kasma Middle School en 2009, he investigado el tema del uso de las escuelas con fines militares en siete países que experimentan conflictos armados, en África, Asia, Europa y Oriente Medio. En estos países, sólo el temor que generan estos ataques lleva a los estudiantes a abandonar los estudios y disminuye la matriculación de nuevos estudiantes o baja la transición de estos jóvenes a niveles superiores de educación.

Se trata de un problema mundial que necesita desesperadamente una respuesta global.

El consenso global se está consolidando cada vez más en torno a la “Declaración sobre Escuelas Seguras”, un compromiso político internacional desarrollado en 2015 bajo el liderazgo de los gobiernos de Noruega y Argentina. La declaración establece seis acciones de sentido común a las que los países pueden recurrir para responder mejor a los ataques contra escuelas, y para reducir la probabilidad de que las escuelas sean blanco de ataque. La principal de estas recomendaciones es que las fuerzas armadas se abstengan de usar las escuelas con fines militares.

A partir de mi investigación he podido deducir que los soldados rara vez toman el control de una escuela con la voluntad de interrumpir la educación de los niños. Por lo general buscan una mejor posición estratégica, los muros de ladrillo de una escuela, un lugar más cálido para dormir o letrinas más cómodas. Por lo tanto, para cambiar esta práctica, se necesita una mejor planificación logística para asegurar que haya alternativas.

También es imprescindible una mayor comprensión de las consecuencias negativas para la seguridad y la educación de los niños, para que estos factores puedan ser debidamente sopesados en la toma de decisiones militares. Es por eso que la Declaración de las Escuelas Seguras alienta a todas las fuerzas armadas a incluir protecciones explícitas para las escuelas en su formación, doctrina y planificación.

Conforme la lucha en Afganistán entra en su decimosexto año, y la guerra de Siria en su sexto año, es difícil imaginar cómo estos países podrán algún día poner en marcha su reconstrucción, física o económica, sin una generación joven educada y capacitada. Pero las escuelas seguras proporcionan a los niños atrapados en zonas de guerra algo más que una educación. También proveen un espacio para reunirse y jugar con amigos, y mantener una sensación de normalidad y rutina.

Los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa de Argentina organizan una conferencia internacional de dos días sobre escuelas seguras el 28 y 29 de marzo de 2017, para destacar cómo los estudiantes, maestros y escuelas son frecuente y deliberadamente blanco de ataque en los conflictos actuales.

Hasta ahora, 59 países se han adherido a la Declaración, siendo Francia y Canadá los más recientes. Esto incluye a la mayoría de los Estados miembros de la OTAN, y también a muchos países que están o estaban en guerra hace poco. Durante la conferencia en Argentina, se espera que más países se unan. En medio de todos los conflictos armados de hoy en día, todos comenzados por adultos, deberíamos hacer todo lo posible para asegurar que las escuelas de los niños estén seguras y en paz.

Your tax deductible gift can help stop human rights violations and save lives around the world.

Las más vistas