Esta semana, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, inició un viaje de cuatro días a México, Ecuador y Colombia. Tiene previsto visitar la Brecha del Darién, una peligrosa zona selvática en la región fronteriza entre Colombia y Panamá donde más de 300.000 migrantes y refugiados han cruzado este año, la mayoría con destino a Estados Unidos. El alcalde Adams intenta mandar un mensaje a las personas que buscan emigrar a Nueva York que la ciudad está “al máximo de su capacidad”.
El mes pasado, Adams dijo que la llegada de inmigrantes “destruirá la ciudad de Nueva York”, una declaración dañina que encendió protestas anti-inmigrantes en las afueras de los refugios de la ciudad.
Las palabras de Adams afectan a las personas que representa, ya que los inmigrantes constituyen casi un tercio de la población de Nueva York. Como residente de la ciudad de Nueva York e hija de una inmigrante ecuatoriana, encuentro su retórica dañina.
Espero que este viaje le permita a Adams comprender mejor las crisis de derechos humanos en la región que empujan a muchas personas a dejar sus países y buscar asilo en los Estados Unidos.
Más de 350.000 venezolanas y venezolanos han cruzado la Brecha del Darién desde enero de 2022, la mayoría de todas las nacionalidades. Huyen de la emergencia humanitaria de Venezuela, que ha socavado el acceso a los alimentos y medicinas, así como de los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad, grupos armados y pandillas.
Las y los ecuatorianos son el segundo grupo más grande que cruza diariamente la Brecha del Darién. Muchos huyen de niveles récord de homicidios e inseguridad causados por grupos del crimen organizado.
Las y los haitianos son el tercer grupo más grande que cruza el Darién. Los grupos criminales en Haití son responsables de asesinatos, secuestros y violencia sexual generalizados, los cuales aumentaron dramáticamente en 2023.
Human Rights Watch visitó el Darién en 2022 y 2023, donde investigadores fueron testigos de cientos de personas, incluidos niños, niñas, y mujeres embarazadas que necesitaban asistencia médica, caminaban largas jornadas durante días. Los pandilleros habían robado, amenazado y, en cientos de casos, abusado sexualmente de muchos de las y los inmigrantes. Llegaron a Panamá deshidratados, con heridas y tobillos hinchados.
En vez de intentar desalentar la migración, Adams debería instar a la administración de Biden a poner fin a las mortales políticas estadounidenses de disuasión de la migración, rescindir su abusiva “regla de asilo” y ampliar vías seguras y legales para la migración. La administración de Biden debería poner fin a las políticas que conducen a condiciones inseguras para los niños y niñas migrantes e implementar procedimientos justos donde los y las migrantes puedan ser evaluados en cuanto a sus relaciones familiares, y su necesidad de buscar asilo, permitiéndoles ser recibidos con seguridad y dignidad. Adams y otros alcaldes estadounidenses también deberían redirigir fondos de esfuerzos de disuasión de la migración a grupos humanitarios, sus sistemas de refugio y brindar apoyo legal y otros recursos a los inmigrantes recién llegados.
